Skvirsky señala que los muros de los incas eran para unir territorios, y no para delimitar fronteras.

Skvirsky: ¿Y si construimos el muro con tecnología inca?

Jéssica Zambrano Alvarado

 

Karina Skvirsky construyó un muro con piedras de Ingapirca en La Nacional, una galería de Nueva York. Desde Estados Unidos, el territorio en el que gobierna Donald Trump, ella intenta replantear la visión de las paredes que construye el hombre occidental para dividir sus fronteras. “¿Y si construimos el muro con tecnología inca?”, se pregunta.

Skvirsky nació en Estados Unidos. Tiene un padre americano, de origen judío. Su madre es ecuatoriana y sus antepasados, posiblemente llegaron como esclavos a este, el otro lado del mundo. Hace diez años tomó un poco de distancia de su obra más política, aquella con la que expone una visión crítica, aunque satírica, de la intervención militar de Estados Unidos con Medio Oriente.

Desde entonces la artista mira más hacia sus raíces en el territorio ecuatoriano. Para conectarse con el país en el que no vivió más que un año durante su infancia, decidió hacer el recorrido de su bisabuela cuando salió del Valle del Chota, en Imbabura, hasta Guayaquil, donde trabajaría con una familia rica. Lo hizo vestida como ella, con anaco y blusa tejida de flores. De aquel performance de viaje con el que se conecta con sus raíces surgió el filme El peligroso viaje de María Rosa Palacios.

Los muros incas siguen en pie

Este año, Skvirsky volvió a Ecuador para recorrer Ingapirca, ese pequeño fragmento del Camino del Inca, una red de muros que unió 60.000 kilómetros del territorio latinoamericano en la era precolombina (en lo que hoy son Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina).

Los Incas construyeron muros para expandir su territorio, no para establecer fronteras, una lógica que, a pesar de haber sido interrumpida, los mantiene en pie.

Debe haber alguna razón por la que los intentos por construir muros divisorios, como el que se levantó en Berlín para dividir a Alemania, se terminen derribando.

“Esa es la forma de entender una pared, pero parece que en la historia precolonial es una elipsis. Es una pared para contener el sol. Es un lugar espiritual, que hace conexión con la astronomía. Si Trump va a construir un muro en la frontera, ¿por qué no construimos el muro con tecnología inca? Los incas no usaban las paredes para hacer fronteras o barreras. Eran paredes que tenían otra lógica”, dice Skvirsky en una entrevista en Guayaquil, después de una temproada en Ingapirca.

Ingapirca es un pequeño fragmento del Camino del Inca, una red de muros que unió, en la era precolombina, 60.000 kilómetros dentro de lo que hoy es Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina.

Allí se dedicó a hablar con una población que se reconoce como cañari y que trabajó una parte de esos muros. Unos dicen que los muros que sobreviven en Ingapirca fueron reconstruidos para armar un territorio de tránsito que reconozca lo que hubo antes. Otros, que a Ingapirca la construyeron los extraterrestres en una de sus misiones en la Tierra. Y hay los que se fían de la teoría arqueológica: que el territorio ha sobrevivido por siglos para quedar, al menos en una parte, intacto para la mirada del hombre que piensa de otra forma los muros.

Poner el cuerpo en la obra

Skvirsky pone el cuerpo en este proyecto. Primero escucha y luego invita a una comunidad en la que, a diferencia del país en el que ha crecido, la gente piensa “que todo es posible”.

El proyecto es financiado por una beca de Creative Capital que ganó la artista. En la lista de beneficiarios hay otros que, como ella, buscan vincularse con una sociedad determinada.

Por ahora, la artista, además de fotografiarse con las piedras por las que caminó su bisabuela, pondrá su cuerpo —como ha hecho antes— para construir un nuevo muro en un territorio cercano al de las ruinas.

El muro que construyó Skvirsky en Nueva York habla de una población migrante, del conflicto que pone en tensión su origen.

Su performance fue parte de un programa de curaduría que invitó a cuatro artistas latinoamericanas que abordan la migración desde una perspectiva femenina.

Este proyecto se pregunta ¿cómo se diferencia el viaje de los hombres de la experiencia olvidada y visceral de migrar como mujer?

Skvirsky vuelve al comentario político desde la paradoja. Ensaya la posibilidad de que la migración le dé un nuevo significado a la política discriminatoria del presente.